¡Historias que inspiran! De un fracaso en Bogotá a una gran empresa en Boyacá: Toliboy, 30 años horneando sueños

hace 30 años, el aroma de un biscocho recién horneado se mezclaba con los sueños de un hombre que acababa de empezar de nuevo. Ricardo Díaz, un tolimense con actitud y ganas de salir adelante, llegó a la ‘Perla’ de Boyacá con las manos vacías, pero con el alma llena de esperanza. Había dejado atrás un negocio quebrado en Bogotá, un pasado de fracasos, y un anhelo: volver a levantarse.
“Llegué a Duitama después de un fracaso muy duro. Me vine buscando una nueva oportunidad, con la fe puesta en Dios y en mis manos”, indicó el señor Ricardo en diálogo a través de los micrófonos de Matinal Noticias Boyacá, sin dejar a un lado su sonrisa tranquila, mientras su voz se llenaba de nostalgia al recordar.
Nadie imaginaba que aquel panadero pastelero que, amasaba de madrugada, sin más herramientas que un par de hornos viejos y una mesa de madera, fundaría una de las empresas más queridas y grandes de Boyacá: Toliboy.
Un sueño que nació del horno y la fe
Iniciaba el mes de diciembre de 1995 cuando Toliboy comenzó a hornear su primera tanda de sueños, sin imaginar que aquella primera lata cargada de sabor, traería grandes alegrías, retos y amor.
La empresa nació de una sociedad sencilla, impulsada por la necesidad y un sueño. “Mi socio, un boyacense, tenía unos hornitos y unas latas; no era mucho, pero era un comienzo. Le pedí a Dios que me mostrara el camino y tuve un sueño. Lo interpreté como una señal, y así empezó todo”, comentó don Ricardo, dejando saber que siempre ha sido un hombre con una fe inquebrantable, asegurando que no ha dejado de seguir su corazón.
Un nombre que marca historia
El nombre Toliboy surgió como un símbolo de unión. “Yo soy tolimense y mi socio boyacense. De ahí salió Toliboy”, explicó entre risas. Lo que comenzó como una pequeña panadería artesanal pronto se convirtió en una marca reconocida en Duitama, que con el tiempo se ganó el amor y cariño de los boyacenses que hoy admiran a quienes están detrás de todo el proceso, lo que llevó también a que la empresa fuera reconocida en el territorio colombiano.
Los primeros productos fueron los tradicionales yoyos y galletas, dulces que marcaron la infancia de gran parte de niños y niñas boyacenses, pero ellos querían dejar huella, por lo que su logo también era fundamental. “Queríamos llegar a los niños, por eso el logo era el muñeco de los Cazafantasmas. Hoy lo transformamos en un panadero gordito, símbolo de nuestra historia y esfuerzo”, recuerda con ternura, viendo hacia el pasado y reviviendo cada uno de los pasos que dio para convertirse en un gran empresario que, con el transcurrir del tiempo, ha empezado a dejar su huella, convirtiéndose en inspiración para muchos.
De un sueño a una industria
Lo que empezó con dos personas —don Ricardo y una ayudante— hoy se ha convertido en una familia de más de 80 empleados. Antes de la pandemia, comentó don Ricardo que Toliboy llegó a tener 140 trabajadores, además de decenas de empleos indirectos en toda la cadena de distribución y que gracias al trabajo de cada uno de ellos, Toliboy es la empresa que es ahora. “Cada producto que sale de nuestra planta lleva el trabajo, el sudor y el corazón de muchas familias boyacenses”, afirma con una una mirada llena de orgullo por la labor que ha desempeñado.
Pero la historia de Toliboy no se horneó solo con harina, huevos y azúcar, también con una gran pizca de innovación, pues en el 2006, la empresa recibió un premio nacional a la excelencia por el desarrollo de un desmoldante industrial, el primero fabricado en Colombia. “En ese momento, esos productos se traían de Europa. No podíamos comprarlos, así que me propuse crear el mío. Y lo logramos”, recuerda el empresario, que hoy lo vende a los grandes como Comapán y Ramo, recalcando que de la necesidad surgen las grandes ideas, que con el tiempo, si se trabaja con disciplina, amor y dedicación, llegan los resultados.
Sin fronteras
A través de los micrófonos de Matinal Noticias, don Ricardo también comentó que Toliboy ha llevado el sabor boyacense más allá de las fronteras. Desde hace tres años exportan breva en conserva a Estados Unidos y trabajan en nuevas líneas de panadería, pastelería e insumos industriales.
Fe, familia y resiliencia: los tres ingredientes del éxito
Al preguntarle el ingrediente secreto, esa clave del éxito, el empresario tolimense de nacimiento, pero boyacense de corazón, no dudó en asegurar que todo se debe a su fe y familia. “La fe en Dios, el trabajo en familia y la unión. Al principio éramos mi esposa y yo. Hoy están mis hijos, quienes han crecido con la empresa y son su fuerza. Sin la familia, Toliboy no existiría”, dijo con su voz quebrada, llena de emoción y satisfacción.
Hoy Toliboy es inspiración, pues su historia está tejida con sacrificio y perseverancia. Superó momentos duros, como la bomba que explotó cuando la empresa apenas empezaba a surgir. “Fue difícil, pero también fue cuando sentí el apoyo y la solidaridad de los boyacenses. Ese día me enamoré de esta tierra. Desde entonces, soy tolimense de nacimiento, pero boyacense de corazón”, indicó don Ricardo.
Tres décadas de trabajo constante
Hoy, mientras se preparan para celebrar sus treinta años, en Toliboy no solo festejan un aniversario: celebran una vida entera de lucha, gratitud y amor por Boyacá. “Estamos agradecidos con cada persona que ha creído en nosotros. Los boyacenses nos han sostenido en los momentos más difíciles. Por ellos seguimos aquí”, expresa el gerente con humildad.
Desde aquel 5 de diciembre de 1995 hasta hoy, Toliboy ha crecido como crecen las cosas hechas con el alma: paso a paso, con fe, con amor y con el sabor inconfundible de la esperanza.

